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Envejecimiento óseo

Cuando los huesos envejecen no solamente se vuelven más quebradizos, sino que también pierden algo de su sustancia. Es absolutamente normal que se acorten e incluso que se hagan más delgados. Todo el mundo pierde alrededor del 15 por ciento de su sustancia ósea en el transcurso de los años. En las mujeres este proceso comienza alrededor de la menopausia y progresa con una pérdida próxima al 0,5 por ciento cada año. Los hombres, siempre el sexo más favorecido físicamente, comienzan a perder sustancia ósea unos 10 años más tarde y la pérdida progresa más lentamente.

Efectos en la fisiología ósea

Un efecto de esta pérdida de sustancia ósea en los ancianos puede ser el aplastamiento de una o más vértebras, pequeños huesos que forman la columna vertebral. Cuando esto sucede, además de presentarse un desagradable dolor de espalda, ésta se curva y disminuye la longitud de la columna. No sólo los huesos se ven afectados por la edad; también los cartílagos sufren sensibles variaciones. Entre cada uno de los huesos de la columna vertebral existe una especie de almohadón grueso y blando de este material gelatinoso (que es el cartílago que usted encuentra en una articulación de la carne que come). En los jóvenes son elásticos como una pelota de goma, así como resistentes, pero en los ancianos, los cartílagos, como todos los tejidos del cuerpo, se vuelven más delgados y duros, lo que determina también una disminución de la estatura. Todo esto explica por qué se ven tantas personas mayores encorvadas.

Prevención

Sin embargo, parte de las modificaciones que sufre la columna vertebral son evitables. No todas las personas que tienen la espalda encorvada y dolorida sufren un aplastamiento de las vértebras o un adelgazamiento de los cartílagos. A menudo las modificaciones son el resultado de años de malos hábitos posturales. Si en su juventud usted anda encorvado y no se preocupa de evitarlo, no puede esperar andar derecho a los 80 años. Aprender a caminar erguido cuando se es joven puede dar resultados sorprendentes cuando se es viejo. Una dieta saludable y bien equilibrada, rica en frutos frescos, hortalizas, cereales y leche, le proporcionará las materias primas necesarias (incluso el calcio) para mantener sus huesos jóvenes el máximo tiempo posible.